Penúltima estación: Buenos Aires.

Escribo esto desde el avión de vuelta. No he podido hacerlo antes o simplemente no he querido. Esta parte de mi viaje en la que os cuento cómo he vivido en esta maravillosa ciudad me resulta a priori la mas difícil porque en ella tengo que hacer justicia con mucha gente.

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Al día siguiente de mi llegada me llamó Juan Nicolau para bajar a desayunar al bar que me quedaba justo en la esquina de casa. Yo le había comentado días antes que me haría ilusión que se acercara desde Mar del Plata para poder vernos antes de irme. Juan no se lo pensó dos veces y allí estaba puntual a la cita. Fue el primer motero desconocido en alojarme en mi viaje y casi siempre era el autor del primer comentario en cada cosa que yo publicaba en mi blog. Ha estado pendiente de mi en todo momento y estoy seguro de que tenía incluso un plan ideado por si me pasaba algo salir inmediatamente a buscarme.

Juan y yo no tenemos a priori mucho en común porque venimos de continentes lejanos, existe una enorme diferencia de edad entre nosotros, hemos vivido cosas diferentes,  nuestras profesiones son bien distintas y sin embargo me podría pasar toda la vida charlando con él. Es extremadamente educado y respetuoso, se ve de lejos que es un hombre bueno, amigo de sus amigos, que disfruta de lo bueno que le da la vida todo lo que puede y ha sabido sobreponerse a los momentos malos.

Además de ese primer desayuno compartimos mas momentos esos días y recuerdo cada conversación que en algunos casos fueron de varias horas en las que aprendí muchas cosas. Aun así Juan es tan educado y correcto que incluso para dar consejos mide mucho sus palabras. Me cuenta historias bien interesantes de sus viajes navegando por el mundo, también de sus viajes moteros y de los planeados para el futuro.

Le cuento las ganas que tengo de llegar a ver a mi abuela y que esa será mi primera parada nada mas entrar en Santoña y le pregunto si es posible que alguna vez le vea en España. Por desgracia me dice que no lo ve muy probable porque ahora está jubilado y las cosas en la economía Argentina no están como para tirar cohetes.

Esto me da mucha pena y ahí empiezo a fraguar mi idea de volver algún día para visitar otra vez a toda la gente que he conocido.

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Cenamos una noche con dos amigos de Juan, El Negro “Black” y Daniel alias “Benito” y como me hacía ilusión que Rocío los conociera se vino conmigo un rato a pesar de tener otros planes y tener que retirarse antes que nosotros.

Aquella cena me encantó y me reí mucho. Daniel es un tipo simpático, muy gracioso y de mucho mundo. Su frase favorita es “a mi me da igual todo” y se ve claramente que lo único que le preocupa de verdad es vivir intensamente.

Cuando Juan se volvió para Mar del Plata cené una noche con Daniel y Eduardo “Huevo” al que había conocido también mi primer día de ruta de camino a casa de Juan.

Todo el grupo fue importante en la logística de mi viaje porque en mi primer día había dejado una bolsa de cosas “prescindibles” en casa de Juan que Eduardo debía llevarle a Daniel a Buenos Aires y a su vez este debía custodiarlas durante mi viaje. Todo funcionó a la perfección y recuperé mis cosas sin problemas.

Otro día quedé con Leandro que era otro amigo argentino que había seguido mis crónicas y quería acercarse a Buenos Aires a conocerme en persona. Me trajo un regalo muy original y no me dejó invitarle a comer. ¡Así da gusto!

A todo esto entre cena, comida y paseos de todo tipo, yo estaba en esa ciudad para terminar mi viaje y conseguir enviar mi moto de vuelta a casa. Como sabéis se vino en barco desde Valencia en un contenedor compartido con mudanzas de argentinos que se volvían a su país por nuestra crisis y en este caso me planteaba mandarla de vuelta en avión.

Este mundillo de los transportes aéreos es algo un tanto opaco para el motero de a pie y me han llegado a pasar presupuestos de mas de 5.000€ por trayecto llenos de siglas extrañas para que no seas capaz de saber que es lo que te están presupuestando y siempre puede haber miles de conceptos sin incluir.

Por suerte Alicia Sornosa me recomendó una empresa que trabajaba con Iberia Cargo y que a ella le había funcionado bien para mandar su moto a Santiago de Chile. Me pasaron un buen precio para ser en avión. 1.700€ que seguramente fuera unos 700€ mas caro que en barco pero esa opción no la había ni contemplado.

Os aseguro que en este momento no me sobraba ni un solo euro pero esto no se trataba de dinero. Era decidir si quería terminar este viaje llegando a casa montado en La Capitana y darle su merecido homenaje después de todo lo que me ha hecho disfrutar en estos meses o si la metía en un frio contendor y la hacía cruzar el Atlántico a ella sola para tener que ir a buscarla a cualquier puerto español dentro de un mes y traerla a casa en el remolque.

Yo para estas cosas no soy nada miserable y la Capitana de Fiambalá viajaría en Iberia con todos los honores aunque fuese a costa de mis maltrechos ahorros. De todas formas durante estos días había recibido un email de mi tía Cristina de Canadá que ya me pidió un montón de camisetas de mi viaje para todo el “Fan Club” de Montreal y ahora me decía que además de pagármelas me hacía una generosísima donación para la causa. Con ese dinero y la colaboración de Zona Paddock y KTM España es con lo que tengo que dejar la Capi como nueva tras la profunda revisión a la que la quiero someter y cambiando muchas piezas de desgaste que con sus 50.000km de trato duro se merece mas que nadie. La verdad es que va como un tiro pero como quiero seguir disfrutando de ella muchos años mas, tengo que empezar a cuidarla.

La empresa de transportes española me puso en contacto con su asociada en Buenos Aires así que contacté con estos mucho antes de llegar para ir coordinando todo ya que mi idea, iluso de mi, era estar muy poquitos días allí de okupa en casa de Rocío y molestar lo mínimo posible.

Tras mi insistencia en que quería estar presente en el momento del embalaje de la moto en el cajón de madera para supervisar cómo se desmontaba todo, confesaron que no hacían ellos la caja y me pusieron en contacto con una tercera empresa que era la encargada de todo eso. Por suerte cometieron el error de mandarme el presupuesto que le habían pedido y pude ahorrarme una buena pasta pagando directamente a quien lo hacía.

Las cajas de madera para transporte internacional necesitan estar fumigadas y contar con un certificado fitosanitario que garantice que no vas a propagar las Siete Plagas de Egipto por el mundo. Esto unido a que la empresa tampoco es que fuera precisamente una multinacional del embalaje hacía que se retrasara un poco el envío. A esas alturas no es que me importase demasiado porque yo era feliz allí pero estar tanto tiempo en casa de alguien es abusar demasiado.

La empresa de embalajes, según su propio gerente se encontraba en una zona mala de la ciudad. Por eso Daniel se ofreció a escoltarme con el coche por si pasaba cualquier cosa. Cuando llegamos a la puerta a la hora pactada comprobamos que allí no había nadie y llamé por teléfono para ver qué pasaba. El tipo me dijo que se había retrasado un poco por ir a buscar las maderas fumigadas y que llegaba en media hora mas o menos. Eso si, terminó la conversación con un “no te quedes ahí en la puerta ni loco y vete a una gasolinera o un sitio mas seguro a esperarme” Con estas cosas no voy a negar que te pones algo nervioso.

Cuando por fin apareció el tipo me puse a desmontar la moto para conseguir que todo fuera lo mas pequeño posible ya que en el avión te cobran por volumen, o peso volumétrico que viene a ser lo mismo. Me pidió que dejara la rueda montada pero con los tornillos sueltos porque cuando hiciera la caja quería poder mover la moto rodando. Como no tenía planeado hacer la caja en ese momento me fui de allí repasando una vez mas lo que debía hacer para desmontarla.

Al día siguiente me mandó las fotos del resultado tal y como yo le había pedido pero con el pequeño detalle de que la rueda seguía montada porque según su criterio quedaba mucho mejor. No pude mas que soltar un último “mecagoensuputamadre” porque ese pequeño detalle hacía que no consiguiera rebajar esos doscientos eurillos del presupuesto con los que ya casi contaba.  Viendo las fotos la base de madera era muchísimo mas grande de lo que necesitaba para cargar la moto y sus bártulos.

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Con todo este “relajado” proceso ya había pasado una semana desde mi llegada a Buenos Aires porque el tipo de la caja no había querido que le llevara la moto el jueves anterior por miedo a dejarla en su nave todo el fin de semana. La fecha prevista para el vuelo era para el siguiente sábado y aun tenía que resolver todo el tema del papeleo aduanero.

En la empresa de transportes Argentina me habían dicho que lo mejor que podía hacer era contactar con su transitario de aduanas que solo me cobraría 300$ mas IVA. Yo tenía entendido que el trámite de salida era bien sencillo pero aun así le llamé para informarme. El tipo me empezó a contar historias raras de sobornos a agentes y cuando le pregunté por los trámites a realizar en mi caso particular me dijo que no lo tenía muy claro y me recomendó que llamara a migraciones para enterarme. Resumiendo, el tipo quería que le pagase una fortuna por un trámite de mierda y encima quería que fuera yo quien llamase a informarme. No colaba.

Llamé a Octavio de la empresa Hub Argentina con el que hice la entrada de la moto desde Valencia para contarle el caso. Este hombre trabajaba asociado a Mudanzas Martínez de Valencia y he de reconocer que fue todo muy profesional y el trato excelente. Me contó que el trámite era bien sencillo y que simplemente tenía que presentar el documento de importación temporal que me habían hecho al cruzar la última frontera con Chile, los papeles de la moto, el billete de avión (que había perdido) y un papel de la empresa de transportes que certificase que tenía reserva en el vuelo para la moto.

Con todo esto sabido me puse en contacto con la empresa de transportes a los que dije que su transitario era un inútil y que me quería cobrar una pasta por no hacer nada así que haría yo los trámites. Como me vieron mosqueado me dijo que tenían a otra persona en el aeropuerto y que me ayudaría a hacerlo (nadie habló de coste pero yo no estaba dispuesto a pagar nada).

Entre tanto mi semana pasaba en la mas absoluta relajación. Enredaba un poco en el ordenador, terminaba vagamente alguna crónica, paseaba por el barrio, salíamos a tomar algo, hacía la colada cada dos o tres días en la lavandería del barrio porque mi ropa “elegante” era muy escasa, fui a comprar algo mas de ropa para salir digno por las noches y con cosas así de simples fue pasando el tiempo sin pensar demasiado.

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Por las noches engordaba poco a poco por la excelente comida que ofrece la ciudad. Las carnes tienen una muy merecida fama pero donde se salen de la tabla es en todo tipo de pastas que para mi son mejores que las que he comido en Italia.

Además muchas de las cosas te las traen directamente a casa con unos precios y una calidad que me dejaron flipado y con las que fui recuperando parte del peso perdido durante el viaje.

Siempre me hizo mucha gracia cuando le contaba a algún argentino mi viaje que me dijera “sos un capo”. Me encantaba esa expresión tan autóctona que viene a decir que eres algo grande. De todas formas había una que lo superaba con creces cuando querían referirse a mi pequeña proeza. “sos Gardel”. Por si queda algún despistado Carlos Gardel fue una leyenda del tango y el cine en Argentina y Uruguay y con esa frase querían decirme que sería digno de admiración, excelente, lo mas grande. Con esa coña de mi frase argentina favorita y ante unas milanesas increíbles que nos acababan de traer a casa para cenar Rocío acuñó la frase “si en España te traen una milanesa como esta a casa, sos Gardel” ¡Cuánto me voy a acordar de esa frase!

Uno de los días me fui a hacer el bus turístico por Buenos Aires. Es una opción muy buena para visitar una ciudad cuando no tienes mucho tiempo ya que te llevas una visión global y puedes hacer las paradas que te de la gana. Por suerte para mi, había una parada cerca de casa pero después de una hora esperando me di cuenta de que por cualquier cosa rara en ese momento no estaban pasando por ahí. Con este contratiempo se me hacía un poco tarde pero tampoco tenía mucho mas plan para ese día así que cuando por fin me monté en el bus era un poco tarde y mis opciones de hacer paradas eran muy limitadas.

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El centro es una maravilla, una de las mejores ciudades que he visitado nunca con preciosos edificios, grandes avenidas con muchos árboles y un montón de parques. Al llegar al barrio de La Boca pasamos por La Bombonera y yo no tenía pensado bajarme ahí porque entre otras cosas a mi el Boca ni me va ni me viene. El bus siguió a su siguiente parada y por el camino me fui arrepintiendo de no haberme bajado. Vale que no me interesa Boca, vale que no es la visita mas interesante que puede hacerse en la ciudad pero de lo que no cabe duda es que La Bombonera es un sitio mítico y que posiblemente nunca volvería a estar tan cerca. Así que me bajé allí y me volví andando recordando las muchas veces que me habían dicho que no era un barrio demasiado bueno. La entrada al campo y al museo era barata y la chica que nos hizo el tour por el estadio era muy maja. Aun así allí me di cuenta de que pese a la pasión casi enfermiza que existe en el futbol argentino, casi la máxima estrella de uno de sus principales equipos es Martín Palermo… los pobres tienen una liga mas bien floja donde sus mejores jugadores enseguida se van para otras ligas mas potentes.

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El jueves por la noche fuimos a un concierto en el barrio de Palermo. Tocaba el cuñado de mi amiga Raquel en un garito y en el tiempo que estuvimos allí vimos actuar a tres bandas una tras otra. Como ya os contaba al inicio de mi viaje, en Buenos Aires la cultura musical es enorme y cualquier día hay un montón de conciertos repartidos por toda la ciudad. Yo esa noche me retiré pronto porque al día siguiente me tocaba ir al aeropuerto de Ezeiza a arreglar los papeles.

Ir al aeropuerto es un coñazo y además muy caro porque está a unos cuarenta kilómetros. Rocío me había ofrecido su coche para hacer todo el papeleo de forma mas cómoda pero no quise aceptarlo por si pasaba cualquier cosa. Preguntamos por un “remís” que es como un taxi privado pero las tarifas se habían disparado así que miré para ir en bus. Solo hay una empresa que tiene el monopolio de la ruta del centro al aeropuerto pero aun así es la opción mas barata.

Había quedado con el representante de la empresa de transportes en la terminal de carga. Cuando le llamé para ver por dónde andaba me dijo que estaba ocupado y que me llamaba en un rato. Volví a llamarle una hora mas tarde y ni siquiera me contestó. Yo no paraba de ver aquella fauna de transitarios muy mal vestidos con ropa de deporte de marca sin ningún estilo y pegados a varios teléfonos móviles por los que no hacían mas que hablar de los dólares que habían tenido que pagar a los agentes de aduanas para arreglar cada gestión. Me fui temiendo lo peor en cada momento que pasaba y temblaba por mis últimos dólares que llevaba en el bolsillo.

Por fin apareció un tipo que me preguntaba si estaba esperando a su compañero. Me dijo que seguía ocupado pero que él se encargaba de todo. Yo había ido mal vestido de forma totalmente premeditada y en cuanto pude le pregunté a qué hora volvía para el centro para ver si me podía ir con él y así no tenía que pagar el bus de vuelta porque le dije que estaba arruinado. Mi interpretación era clave para pagar lo mínimo posible. Le dejé todos mis papeles originales y al rato me viene para decirme que los de aduanas se habían ido a comer pero que podía irme tranquilo que se resolvería a las 4 de la tarde. Le dije desesperado que llevaba ahí desde por la mañana esperando y que no podía permitirme volver a Buenos Aires para que luego me hiciera volver si faltaba algo.

En esa espera me fui a preguntar a Air Europa por si había vuelo para el lunes siguiente ya que mi moto llegaría el domingo y había que darles tiempo de que hicieran todos los trámites de aduanas para la reimportación. Yo había comprado billete de ida y vuelta pero dejando la vuelta para mucho mas tarde de lo que tenía pensado inicialmente. Al final solo me sobraron cuatro días y en la ventanilla me decían que cambiar mi vuelo me costaría cien euros mas el recargo del 35% en el cambio que te hacen en Argentina por ser turista. De todas formas, aquella chica, me recomendaba llamar directamente por teléfono para hacerlo y así me cobraban directamente en euros sin recargo. En cualquier caso, la opción de adelantar una vuelta que se ha dejado premeditadamente cerrada para mucho mas adelante es una opción muchísimo mas barata que dejar el vuelo de vuelta en abierto y os lo recomiendo si alguna vez tenéis que hacer un viaje así con cierta incertidumbre de fechas. Ojo, siempre dejando la fecha de vuelta muy a mayores para que solo os toque hacer un único cambio.

Volví a la zona de cargas y por fin apareció el tipo con mis papeles. Me dijo que ya casi estaba y se fue otra vez para el almacén. Al rato me llamó porque no encontraba la chapa con el número de chasis de mi moto. Se lo expliqué detalladamente de forma que era imposible no encontrarlo y al final no me quedó mas remedio que entrar con una acreditación especial para enseñárselo personalmente al agente de aduanas mientras esperaba el fatídico momento en el que me pidiera la pasta con cualquier pretexto.

Al rato vuelve el tipo con todos los papeles y me dice que ya está todo y que puedo irme así que salí de allí encantado a pesar de haber perdido todo el día pero mantenía todos mis dólares intactos. Es la enésima vez que me preacojonan en este viaje y al final no me pasa nada. Por el camino de vuelta me acordé de que me había llegado un mail de Air Europa diciéndome que me cambiaban la hora del vuelo de enlace entre Madrid y Bilbao así que mi plan era llamar y por ese cambio conseguir que no me cobrasen nada.

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Cuando llegué a casa estaban Rocío y su amiga Belén preparando la sesión que mi anfitriona tenía que tocar en una fiesta de música electrónica al día siguiente. Por la noche Rocío se puso a terminar de pensar el orden y selección de temas y a ensayar un poco pero no la dejé concentrarse demasiado porque no hacía mas que preguntarle cosas de cómo funcionaba su mesa de mezclas y cosas así. Lo siento pero muchas veces la curiosidad me puede.

Lo mejor de todo es que desde el segundo día me sentía en aquella casa y junto a Rocío como con un amigo al que conociese de toda la vida y con quien simplemente me tenía que poner un poco al día. La convivencia se hacía sencilla porque ambos tenemos un mismo concepto del orden y disfrutábamos de conversaciones mas o menos serias que algunas veces terminaban en absurdas divagaciones o muertos de risa por cualquier cosa que tal vez solo fuera graciosa para nosotros. Fui feliz en la noche porteña, en aquella terraza de la que tanto os he hablado y que pese a lo que pudiera parecer por mis palabras no era una terraza idílica de las que pueden salir en una revista de arquitectura o decoración pero su encanto indudable estaba en su sencillez, su orientación, su vista, la temperatura que allí hacía y sobre todo su estupendo aroma para las relaciones humanas y la compañía de la que allí se gozaba.

Un día llegó Rocío de la calle con unos paneles de madera en forma de celosía que alguien había tirado y parecían perfectos para lograr hacer de aquel espacio un poco mas acogedor. No había podido traerlos todos así que nos fuimos a por el resto. Con aquello conseguimos rozar la perfección de ese espacio y me siento orgulloso de haber podido contribuir.

Otra noche Rocío me regaló la canción que acababa de crear y yo para intentar compensarlo le descubrí una que ella no conocía. Era una canción en catalán que le hizo mucha ilusión porque ella había vivido muchos años en Barcelona. A mi me encanta cuando alguien me descubre una canción que me gusta, siempre me ha parecido uno de los mejores regalos que se puede tener.

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Ahora que han pasado los días intento recordar qué es lo que hacíamos durante tantas horas en las que el tiempo pasaba volando y realmente… no hacíamos nada muy especial pero por lo menos no encendíamos la tele y eso si que es una gran victoria. Sobre todo hablábamos pero también podíamos estar viendo vídeos en el ordenador o planeando cosas y no salíamos demasiado de casa mas que algunas veces para tomar algo o cenar con sus amigas o con su hermana Eugenia.

Eugenia es un pivonazo espectacular. En realidad se parecen mucho las dos hermanas pero ella cuida mucho mas su imagen que Rocío y aunque tienen formas de ser e inquietudes totalmente diferentes en ambas se ve un fondo común muy interesante. Es extremadamente ordenada y cada vez que venía a nuestra casa se la veía sufrir por ver mis cosas ahí medio amontonadas en un rincón del salón o la mesa que teníamos desbordante de cacharros electrónicos y otras muchas cosas que para nosotros tampoco deberían estar en otro sitio. A pesar de esta pequeña disparidad de criterio con el orden nos lo pasamos muy bien con ella y espero que algún día cumpla su promesa de pasarse por mi pueblo. Eugenia aunque no lo sabe tiene espíritu motero, vale que está un poco mas escondido que en su hermana pero yo pude intuirlo.

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Uno de los días Rocío se acordó de la famosa tortilla de patatas con bonito y mayonesa que hacen en un bar de Santoña. Mi misión era intentar reproducirla mientras ella estaba en clase de yoga para de alguna manera agradecerle su hospitalidad. Bajé al chino a comprar todos los ingredientes necesarios aunque ya viendo el aspecto de las patatas no las tenía todas conmigo. Por desgracia la tortilla tenía un aspecto impecable pero de sabor era horrible y solo era comestible porque el bonito y la mayonesa disimulaban su gusto aceitoso.

Uno de nuestros pasatiempos preferidos era analizar las diferentes visiones que nos diera cada taxista por la ciudad. Yo soy experto en hacerlos hablar y nunca los contradigo para que se explayen a gusto. La mayoría culpaban al gobierno actual de todos los males pero ahora mismo Argentina está un poco dividida entre los que lo odian y los que lo defienden a ultranza y con estos últimos era curioso ver cómo encontraban culpables en los inmigrantes peruanos o bolivianos, los especuladores del dólar o el mismísimo grupo Clarín para justificar todo tipo de males que asolaban el país sin que su sufrido gobierno pudiera hacer nada.

Otra de las muchas cosas que me encantaban de mi anfitriona era su capacidad para encabronarse con el mundo que la rodea. No es para nada una rebelde sin causa porque cuando expresa su mosqueo con lo que sea siempre está basado en el sentido común. Por desgracia en su entorno actual cada vez hay mas cosas que la  terminan por desquiciar y no le faltaban razones pese a que a mi me hicieran cierta gracia como visitante temporal. Yo me quedaba ensimismado al oírla quejarse amargamente de cualquier cosa con esas expresiones argentinas que solo ella puede pronunciar así de bien. Me encantaba.

Solo había una expresión suya que no me gustaba nada y de hecho es una que se le pegó y aprendió en mi pueblo pero que cada vez que la escuchaba en su boca me mataba un poco por dentro. Es de esas expresiones que solo se pueden usar en un atascazo entrando en La Paz cuando veas que han fallado todas las vías diplomáticas y que en una mujer queda aun mucho peor. Por favor Rocío ¡modérate un poco! jajaja.

Algunas veces llegaba a casa mosqueadísima porque un autobús no había parado para dejarla pasar en un paso de peatones y le habían entrado unas ganas locas de tirarle cualquier cosa, o porque un chaval le había dedicado un piropo poco afortunado y se había ganado con ello un rapapolvo curioso o que otro decidiera tirar un papel al suelo justo delante de ella y teniendo una papelera a escasos centímetros. Todas estas cosas hacían que saliera todo su carácter. Por suerte la he podido conocer de forma mucho mas profunda, lo suficiente para saber que no está aun del todo amargada y que esto es solo parte de su rebeldía contra el lado oscuro del mundo.

Todo este carácter podía hacer que pareciese no tener un lado dulce, humano y femenino pero cuando por suerte aparecían todos esos rasgos era cuando Rocío te cautivaba para siempre. Toda esa mala leche se olvidaba cuando veía por la calle un cachorrillo o cuando se ocupaba de sus plantas y sus tomates. Incluso llegué a ver como bajaba también la guardia con la especie humana y se volvía tierna. Me encantó vivirlo aunque fuera en casos muy excepcionales. Por supuesto yo aprovechaba esos momentos de debilidad para vacilarla un poco aunque solo fuese para disimular lo que realmente me estaba inspirando.

Sin duda es una chica muy inteligente y preparada. No es para nada una mujer normal ya que a diferencia de la media ella si que tiene aficiones y no hablo del típico “ir de compras y ver películas” que definen sin ir mas lejos a la mayoría de españolas. Le encanta el deporte y ha practicado surf, skate, bmx, vóley, golf, tenis, buceo, etc. Como veis nada demasiado convencional porque Rocío no es de esas. Me cuenta que cuando era niña tenía mas Tortugas Ninja que muñecas y eso es garantía de ser una mujer que se sale del molde.

El sábado era el día en que tenía que tocar en una fiesta de música electrónica junto con otros Dj´s en un evento que sería emitido a todo el mundo por streaming. A ella le tocaba abrir la sesión de la fiesta por lo que tampoco podía lucir todo su potencial con la música que mas le gusta sino que debía ceñirse a ser la primera y a los rigores de ese horario. Yo encantado porque le salió redondo y con una música mas tranquilita que es lo máximo que creo que puede asimilar un extremodurista como yo. Me retiré pronto pensando en mis quehaceres y huyendo un poco del núcleo duro de esa fiesta tan electrónica.

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Al día siguiente habíamos quedado para comer con su familia. Yo ya había conocido a su padre, un gallego de bien de los que dan buen nombre a nuestro país y que a pesar de llevar allí toda la vida sigue viviendo con enrome nostalgia todo lo que acontece al otro lado del océano. Por eso vuelven cada vez que pueden a su tierra y por eso seguramente me trataron tan bien.

Ese día conocí a su madre de la que ya me había hablado maravillas mi amiga Raquel y fue muy gracioso para mi estar metido de lleno en esa familia tan natural. De camino a algún sitio estábamos todos en el coche y me encantó vivir una típica medio bronca de esas de si es por aquí o por allí de toda la familia en un perfecto acento argentino. Vamos que lo mismo que las que podemos tener los Solana en  casa cuando los hijos nos empezamos a creer mas listos que nuestros padres pero con un acento mucho mas entrañable y con total naturalidad a pesar de estar yo presente.

Me invitaron a comer en un sitio maravilloso y es que ahora que termino de escribir estas cosas en el frio e inhóspito invierno santoñés recuerdo con mas ganas aun aquella terraza del restaurante italiano cerca de casa de Eugenia.

Por supuesto que no hice ni amago de pagar pero si que les dije una cosa. “Aquí pagáis vosotros pero en Santoña me tocará a mi y no se discutirá nada” Dejo la amenaza aquí por escrito porque tienen planes de pasarse por mi pueblo en Julio y mi misión es al menos intentar igualar su hospitalidad.

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Después de comer fuimos al centro pero pasando por el estadio Monumental de River Plate porque no podía irme sin ver el otro lado del fútbol argentino. Es un estadio mas moderno y mucho mas grande que el de Boca y con un pedazo de museo nuevo pero… siempre llevarán el deshonor de haber bajado a la “B” jajajajaja. De hecho cuando visité el barrio de La Boca vi una pintada que me dejó impresionado por su enorme expresividad a pesar de su concisión. En aquellas palabras sobre aquella pared no se derrochaba pintura en vano. Se decía todo lo que se quería decir con un simple….  “RIBER PUTO” jajajajaja

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Rocío me contó que lo de escribir River con “b” es por haber bajado a segunda, a la “B” como se llama allí. A estas alturas no puedo negar que me encanta el lado mas absurdo del fútbol, quizás por eso soy de Racing, el mas grande. Jajajaja.

Fuimos a tomar algo a la cafetería La Biela, en una terraza frente al famoso cementerio de La Recoleta. Por el camino me hicieron la típica ruta turística del centro y la tarde seguía estando perfecta. Jamás me hubiera imaginado una velada tan agradable con una familia que acababa de conocer y eso solo puede hablar muy bien de todos ellos. ¡Muchas gracias por todo!

Después a mi se me había ocurrido ir al planetario, esa idea que a los amigos de Rocío les parecía un tanto absurda a mi me encantaba. Primero porque me apetecía estar con Rocío esas últimas horas sin demasiadas perturbaciones externas alrededor y sabía que solo a la gente muy especial le gustaría ese plan y segundo porque… el cielo en el hemisferio Sur es diferente y eso en si mismo es un gran argumento. Ya tendría tiempo de echar de menos todas estas cosas durante el resto de mi vida.

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Se vino con nosotros Eugenia que por supuesto no era perturbación alguna sino una compañía de excepción. Lamentablemente cuando llegamos ya no quedaban entradas para las dos últimas sesiones. Tampoco pasaba nada y decidimos seguir por aquellos parques dando un paseo maravilloso de despedida. Total, el increíble cielo del Sur aparecería en un rato sobre nuestras cabezas y la compañía seguía siendo maravillosa. Sigo sin creerme la suerte que he tenido en este viaje.

Seguimos por el paseo y llegamos al hipódromo. Ninguno de nosotros había entrado nunca así que fuimos a ver de qué se trataba ese circo tan vestido de glamour si lo ves de lejos pero que de cerca no es otra cosa que un nido asqueroso de ludópatas. Esperamos un rato para ver una de las carreras mas por curiosidad y por ver a los caballos en acción que por otra cosa. He de reconocer que incluso los caballos tan fibrosos me daban un poco de pena y prefiero el porte de un caballo de doma o rejoneo. Eugenia había tenido relación con el mundo del Polo en el pasado y nos contaba también algunas cosas de ese deporte. Me hubiera encantado ver un partido de polo aunque por lo que se ve las entradas deben ser realmente caras y creo que el pijerío en la grada debe ser complicado de asimilar para alguien tan de pueblo como yo.

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Volvimos a casa después de dejar a Eugenia y nos instalamos en la terraza. Compartimos archivos entre nuestros discos duros. Música, películas, documentales y esas cosas que siempre viene bien poner en común. Pasamos una última noche de terraza en la que intenté provocar que aflorasen todos sus sentimientos sin conseguirlo. Hice un poco de chantaje emocional pero ya me dijo que nunca llora y que daba igual lo que intentase que no lo iba a hacer por mi esta vez. No se si es así de dura o se lo hace pero a pesar de todo quiero creer que en el fondo y una vez pasada la alegría de recuperar toda su casa para ella, también ella me ha tenido que echar mucho de menos porque nos lo pasábamos muy bien juntos esos días.

Supongo que como ávidos lectores de mis crónicas os habrá quedado un poco coja la historia y ya estabais esperando algo especial en el planetario o en la última noche pero… os recuerdo que aunque este último capítulo esté resultando mucho mas moñas, esto va del viaje en moto de un tipo barbudo y casi siempre sucio y nada tiene que ver con una peli de Hugh Grant y Gwyneth Paltrow. Qué si, que hubiera sido precioso terminar así el viaje pero aquí cada uno tiene su vida y sus cosas y esto aunque a veces no lo parezca por lo bien que me ha salido todo, no es ficción sino mi propia vida.

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No hice la maleta, sino que simplemente seleccioné las cosas que se vendrían conmigo en cabina por su valor y el resto lo metí en una bolsa enorme para facturar. En el equipaje de mano estaban todos los chismes electrónicos y mi camiseta de Befurious firmada por los pilotos del Dakar. Mi pequeño tesoro de este viaje.

Por la mañana mi plan era volver a Ezeiza en autobús porque ya había comprobado que el sistema funcionaba bien y además era lo mas barato. La única pega es que en Buenos Aires está de moda protestar cortando carreteras y si te toca una de esas… Lo que no podía hacer era madrugar una burrada para que si todo salía bien tirarme seis horas esperando en el aeropuerto que es una de las peores cosas que pueden pasar. Así que arriesgué y decidí que me iría cuando se levantase Rocío.

Nos despedimos emotivamente pero sin lágrimas (mierda, me hubiera encantado que llorase un poco) y cuando llegué al portal me dice el portero “Dice la señorita Rocío que suba que se ha dejado el cargador”. Vuelvo a subir pensando que había repasado lo de los cargadores mil veces y que no me había dejado nada. Pienso que igual me quiere dar mi propia medicina y ver si estoy llorando yo (no fue el caso) o si no, que quiere suplicarme que me quede allí porque no sabría vivir ya sin mi (no es su estilo pero… torres mas altas han caído jajaja) Al final ni una, ni otra, ni me había dejado el cargador así que nos volvimos a despedir otra vez sin lágrimas. Jajajajaja.

Llegué al aeropuerto sin mas incidencias y me tocó hacer la enorme fila para facturar de estos vuelos intercontinentales. En la cola, aun no se ni cómo, me acordé de que aunque yo me quedaba en Madrid y solo pensaba en eso, tenía contratado vuelo de enlace a Bilbao y por tanto si no decía nada mi maleta se iría a Bilbao dejándome a mi sin ropa de moto en pleno invierno. Se lo dije al chico de facturación que me lo cambió sin problemas y además me dijo que por mi altura me daba un asiento que tenía el de su lado libre para tener mas espacio para las piernas.

Al final no me sobró demasiado tiempo pero lo justo para gastar mis últimos pesos en una bandera albiceleste que ya preside el sitio de honor de mi salón donde están las cosas de los viajes. En esa zona pondré la camiseta del Dakar cuando consiga hacer una especie de collage con ella, algunas fotos del viaje y billetes de los cinco países que he visitado.

Andaba yo por allí deambulando y embargado por la tristeza del final. Pasé el control de seguridad sin novedad y cuando me tocó pasar el de inmigración la policía que allí estaba me deseó un feliz viaje. Me reí pero con cara de amargura y le contesté que irse de Argentina nunca puede ser un buen viaje y que siempre será un trayecto triste. Se rió mucho con mi respuesta y entonces me dijo que estaba obligado a volver.

¡Pues claro que si! En realidad cuando te gusta descubrir mundo planeas viajes por sitios desconocidos para abarcar la mayor parte del globo posible. Con este planteamiento volver a un destino significa desperdiciar una oportunidad de descubrir otro sitio porque nuestra vida actual nos limita en tiempo y dinero. El problema es que hay recuerdos de este viaje que no podré dejar atrás. A algunos de los amigos que he conocido posiblemente los vuelva a ver en España o en cualquier parte del mundo pero a otros no creo así que…. habrá que volver y ya planearemos una ruta por Uruguay y el Sur de Brasil para justificarlo.

Las doce horas de vuelo fueron un coñazo. Vi un par de películas, escribí el principio de este texto, escuché su música y apenas pude dormir un par de horas. Por lo menos se me fue pasando el bajón de final de viaje pensando en volver a ver a mi abuela, a mis padres, mis hermanas y mis amigos.

Llegué a Madrid a las 5:15 de la madrugada y el frío a esas horas es doloroso para alguien que viene del verano austral. Cuando por fin conseguí mi maleta me di cuenta de que ahora cobran por los carritos de equipaje y el problema era que yo no tenía monedas de euros (las pocas que me había llevado las fui regalando durante el viaje a gente maja como recuerdo) Mi paciencia de los viajes estaba agotada después de las doce horas de vuelo así que no me quedó mas remedio que pegarle un tirón fuerte al carro y llevármelo puesto.

Mi misión era encontrar la terminal de cargas y mas en concreto las oficinas de la empresa de transportes. Por supuesto que el aeropuerto no está preparado para que hagas ese trayecto andando y Barajas es mucho mas grande que Ezeiza. Me tocó ir andando bordeando todo el perímetro y por muchos sitios no había ni aceras. Aun no había amanecido cuando salí y se me congelaban las manos de empujar el carro. Llegué a la terminal de cargas pero aquello era enorme. Encontré la Aduana pero no estaba abierto y tampoco sabía si estaban ya todos los trámites hechos o no. Seguí andando por aquel polígono no adaptado para minusválidos ni para tíos raros empujando carros. Al final encontré el sitio al que debía ir gracias a los guardias de seguridad. Tenía que hacer los papeles y pagar en un edificio y luego volver a la terminal de Iberia Cargo a por mi moto. El problema es que la chica que tenía que hacerme la factura llegaría mas tarde así que me tocaba esperar al menos un par de horitas.

Me fui a desayunar a un bar típicamente madrileño. Me encanta el ambiente de esos bares por la mañana porque los camareros siempre transmiten buen rollo. Mas tarde apareció mi hermana por allí que venía a verme a pesar del madrugón. ¡Qué ilusión! Por fin ver a alguien conocido y que me ayudaría a montar la moto aunque solo fuese moralmente.

Apareció la tía de la factura y venía con sorpresa. No se porqué había subido el importe un poco y me negué a pagar alegando que la caja había salido un poquito mas pequeña que lo inicialmente presupuestado y por tanto pagaría menos que el presupuesto inicial. Al rato volvieron con una factura nueva con 300€ menos en el importe. Con esos papeles me fui a por la moto a la enorme nave de Iberia Cargo. El que se encarga de esto me dice que él me la acerca a la puerta pero que no me la puede bajar a la calle (es el típico sitio de muelles de carga para camiones) Le digo que me da igual que me pongo a montarla dentro que hace mas calorcito. Me dice que no se puede estar dentro enredando así que le miro serio y le digo “tu me dirás, o la sacas fuera o la monto dentro” No voy a discutir a estas alturas.

Al final “ni pa ti, ni pa mi” me la deja en un muelle de carga que tiene elevador y con la ayuda de Elvira la suelto del pallet para poder sacarla rodando a la calle. Allí muertos de frío pero sin demasiada prisa vamos montando poco a poco las cosas que había desmontado para embalarla. Solo me faltaba hinchar un poco las ruedas que habían dejado sin aire para que no explotasen con los cambios de presión del avión y lo hice con la bomba de mano cutre que había llevado todo el viaje. Fui dentro a vestirme por última vez de motero, eso si con todos los forros de mi traje puestos y llevé a mi hermana a la entrada del polígono donde nos despedimos.

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Me quedaba una última etapa que yo había soñado varias veces como un paseo triunfal de la Capitana para llegar a casa con todos los honores. Unos 400km. la mitad por autopista y el resto por una buena carretera de curvas que conozco como la palma de mi mano.  Todo hubiera sido perfecto si no fuera por el único factor que no estaba en mi mano. Según me acercaba a Burgos empezó un fortísimo viento racheado muy molesto. Aquí la orografía es mucho mas cambiante que en Patagonia y esto hace que el viento encuentre miles de obstáculos que hacen que te llegue de forma variable dándote buenos sustos. El cielo se fue poniendo negro poco a poco y al final se rompió sobre mi con una granizada enorme que me dejó helado y sin ver nada porque se me empañaba el casco.

Lo peor de todo para mi era que por primera vez tenía un objetivo concreto porque había quedado con unos amigos vascos que venían a recibirme a un pueblo cerca de Santoña a pesar del temporal. En otras circunstancias hubiera parado a secarme y calentarme pero con gente esperándome no podía perder tiempo.

Además yo intuía que me encontraría a alguien mas por el camino. Un amigo me escribió esto antes de mi viaje:

VE VIVE Y VUELVE.

Ve amigo y tienta a tu aventura para que te entregue las experiencias que esperas encontrar.

Trata de disfrutar en todo momento de un viaje como este, de los triunfos y las derrotas por igual, siendo estas últimas las que forjaran el carácter de tu periplo.

Se permeable a lo sea que el mundo te ofrezca y cuando sea viento, lluvia, barro, arena, frío o calor mantente entero aunque te hagan mella y te marque la piel. 

Cuando vuelvas y el espejo te refleje esas marcas sabrás que son de cuando viviste intensamente, sobre una moto y a solas por el mundo, aquella vez que fuiste viviste y volviste.

 

Me lo escribió mi amigo Joscha al que tantas veces he recordado en este viaje porque con él fue con quien empezó todo con aquellas motos que compramos en el año 2006. He comentado varias veces su genialidad al recordar la frase que soltó en nuestro primer viaje en moto cuando nos fuimos una semana a Ibiza. Una noche pronunció la mejor definición que se puede hacer de aquel sitio:

“Ibiza: en esta isla hace años que Dios no mete mano”

Joscha es el único de mis amigos que no me decía que volviese pronto, es mas, era el único que me decía que no volviese, que siguiera viajando y que me buscara la vida para conseguir pasta para no tener que volver.

Recuerdo que me escribió cuando había comentado en una de mis crónicas que me encontraba cansado y débil en Cuzco y me dijo que me fuera al mejor spa de la ciudad y que le diera mi número de cuenta que me ingresaba lo que costase. Al final no fui al spa porque soy gilipollas pero el detalle me encantó.

Así que yo sabía que me lo encontraría por el camino aunque con el día tan asqueroso que hacía no sería demasiado lejos de casa. Además Joscha todo lo que tiene de genio lo tiene de desastre y sabía que tendría la moto con la batería descargada y seguro que antes de salir no encontraría el casco, las botas, el pantalón o los guantes. Cosas de Joscha.

Aun así me encontraba yo empezando a disfrutar de la etapa, justo recién pasada la granizada y recuperando la sonrisa pero sin acordarme para nada de Joscha ni de recibimientos cuando en la rotonda del Crucero me lo encuentro parado junto a su moto, una flamante KTM 990 Capitana Replica, y no pude evitar pegar unos buenos gritos de sorpresa y alegría. A pesar de que sabía que aparecería la sensación de comprobarlo era maravillosa y nos dimos un buen abrazo justo cunado pasaba la patrulla de la Guardia Civil que no debían de entender nada.

Nos quedaba entrar en Cantabria y bajar el Puerto de Los Tornos que ya me había anunciado que estaba con algo de nieve en las cunetas. Le avisé de que no podría ir muy rápido porque mi rueda delantera tenía mas de 22.000km y con ese asfalto no me la podía jugar. Daba igual, volvíamos a rodar juntos y era la mejor forma de terminar un viaje como este. Con Joscha he rodado miles de kilómetros en muchísimos viajes grandes, medianos o pequeños y seguro que nos quedan muchos mas por recorrer.

Al llegar a Santoña yo me fui directo a ver a mi abuela y él me esperaría en un bar con el resto de mis amigos que se habían juntado para recibirme. Mi abuela está muy mayor y con estas cosas de los viajes siempre sufre mucho. Antes de irme me bendijo levantando la mano derecha y haciendo la señal de la cruz.  Ahora, casi tres meses mas tarde entraba yo en su casa disfrazado de moto con el casco aun puesto. Al principio se rió, siempre se ríe al verme entrar, pero una vez pasada la sorpresa inicial no pudo evitar llorar un poco al darme la bienvenida.

Allí estaban también mis padres a los que saludé un poco de pasada y al salir aparecía por allí mi tío Chuchi, el mas motero de la familia y quien me metió a mi el veneno de los viajes en moto al contarme sus rutas por España en scooter.

Me fui al bar donde estaban mis amigos porque aunque no lo parezca seguía con ganas de abrazos. Habían pasado tres meses buenísimos pero en el fondo rodeado de gente efímera que acababa de conocer y no se muy bien porqué pero algo en tu interior te pide abrazos de tu gente. Mi amiga Leire saltó como loca sobre mi. Se me subió encima sin avisar demostrando que yo no era el único que necesitaba ciertos mimos. Allí aparecieron unos cuantos, algunos haciendo un esfuerzo por el horario tan poco apropiado para los que ya tienen hijos. Yo estaba un poco en el aire y no me enteraba de nada. Me parecía irreal todo y les escuchaba hablar del inminente carnaval, de que había que hacer el disfraz y toda esa logística y yo no entendía demasiado pero estaba entre mis amigos y si decían que había que hacer algo, simplemente se hacía y ya no hacía falta tener la guardia en alto en cada momento como en todo mi viaje, ahora estaba en casa y todo era mas sencillo. Por fin podía confiar plenamente en mis interlocutores.

De allí me fui a casa de mis padres a cenar una increíble tortilla de patatas. No tenía  mando del garaje pero tampoco me importaba dejar la moto en la calle con todas las bolsas atadas encima. Ahora jugaba en casa y no pasa nada. Por allí apareció mi hermana que acababa de sacar varias matrículas de honor en la universidad y yo no podía negar mi orgullo de hermano mayor. Saludé a mi perro Moshy que al principio se había quedado un poco mosqueado al verme pero luego se volvió loco a ladrarme y hacerme alegrías.

En los últimos tres días solo había dormido unas cinco horas pero la euforia no me dejaba tener sueño. Aun así ya empezaba a sentirme cansado y me fui a mi casa. La primera sensación extraña fue al entrar en el garaje y no ver mi otra moto allí. Era la moto de los rallys con la que participé en el Rally Albania y que por problemas de presupuesto había tenido que vender para hacer este viaje. Se la quedó un amigo que vino a buscarla una vez que yo me había ido así que era la primera vez que veía el hueco enorme en el garaje. Como decía, mas o menos, aquella famosa canción “algo se muere en el alma cuando una moto se va” y con aquella había sufrido mas que con ninguna otra pero es con la que mas satisfacciones había sentido, al menos hasta este viaje.

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Subí a casa y me sentía como un extraño allí. El Martin que entraba por esa puerta no era el mismo que se había ido tres meses antes aunque suene a tópico. Cuando recibes tanto de gente desconocida vuelves a recuperar la confianza en la humanidad y eso se traduce en que irremediablemente te vuelves mejor persona y tu escala de valores se desplaza a un punto mas bajo donde se encuentran las cosas mas pequeñas. Esas cosas que todos alguna vez hemos dejado olvidadas y que hemos ido tapando con millones de cosas superfluas que prometían sin conseguirlo hacernos mas felices. Nada te puede hacer mas pleno y realizado que las relaciones humanas, que compartir un momento de complicidad con alguien a quien acabas de conocer con el único vínculo de la moto.

Ampliar la lista de personas por las que realmente sientes un aprecio especial es el mayor regalo que me puedo llevar de este viaje. Dedicad un segundo a pensar lo difícil que es encontrarse en la vida cotidiana con gente nueva que te sorprenda y entonces entenderéis por qué aun ahora en la comodidad de mi casa me siento como en una nube de recuerdos imborrables.

Por eso notaba que en mi casa había demasiadas cosas. He vivido tres meses con tan solo lo que cabía en dos pequeñas maletas y no he extrañado nada. He estado alojado en los hostales mas baratos que podía encontrar y a pesar de todo ahora llegaba a mi casa y no la reconocía. Estaba todo tan limpio y ordenado que me resultaba impersonal. Veía cosas que en algún momento habían sido importantes para mi y ahora no significaban gran cosa. Es irónico que por ejemplo cuando me tocaba ducharme en sitios inmundos me acordara de mi baño y ahora que podía disfrutar de mi súper grifo termostático añorase todo aquello. Es mas, si pusiera en una balanza por un lado las comodidades y por otro la posibilidad de seguir conociendo gente buena y descubriendo sitios increíbles… no hay duda alguna de que ganaría lo segundo.

Y pasan los días y voy notando un poco la repercusión de este viaje. Mucha gente me saluda encantada por la calle. Algunos a los que solo conozco de vista me gritan desde el otro lado de la calle “¡Qué cabrón aquel policía!” o simplemente un “me tenías enganchado” que a mi me sabe a gloria. Recibo muchos mensajes de gente interesada en este viaje que quiere algo de información o simplemente que me felicitan por lo bien que ha salido. He llamado a mis patrocinadores y están encantados. En realidad yo nunca les pedí demasiado y creo que su repercusión publicitaria ha sido muy buena en general para lo invertido. Bueno, alguno de los patrocinadores era amigo y ni siquiera esperaba un retorno de la inversión pero al menos se han sentido parte de mi viaje. Alguno ya me ha dicho que cuente con su empresa para siguientes aventuras y eso es lo mas reconfortante que puedo escuchar.

A pesar de que todos empezamos a pensar que los bancos no tienen alma, aun nos queda la esperanza de que en ellos trabajan personas y tengo la buena noticia de que posiblemente La Caixa de Santoña me ayude un poco con la edición de mi libro sobre este viaje. Ese será junto con el DVD que lo acompañe, el recuerdo que ha de perdurar sobre este viaje.

No os voy a negar que la primera vez que bajé al garaje y vi la Capi ahí descansando se me escapó una sonrisa enorme. Me acerqué a ella y la acaricié el lomo un poco mientras notaba perfectamente cómo lo agradecía y le dije un: “Tranquila que volveremos a rodar juntos por el mundo”. Me monté en el coche y me sentía extraño. Supongo que casi ninguno de los que leáis esto hayáis estado tres meses sin conducir un coche y en mi caso durante ese tiempo he recorrido todo tipo de carreteras así que la sensación se vuelve aun mas rara.

Peor fue cuando volví a encender el ordenador del trabajo porque el escritorio pasó de estar lleno de fotos y vídeos del viaje a estar lleno de planos e informes mucho menos motivacionales. Me costó encontrar algunos programas y recordar las contraseñas de otros. Eso es la mejor señal de que he desconectado plenamente y lo peor de todo es que tengo el firme propósito de volver a hacerlo en cuanto pueda.

Aun no tengo destino pensado ni mucho menos una fecha. No se si será África que me apetece mucho, Asia que sería mas sencillo y económico, Oceanía que se lo he prometido a una amiga que vive allí o volver a América y recorrer el Norte. No se si será en dos años o en cinco pero lo que tengo claro es que en cuanto termine de exprimir todo el jugo de este viaje vivido, me pondré con toda intensidad con el siguiente.

Muchas gracias a todos los que de alguna manera habéis formado parte de esta historia. Ya sea con un simple “me gusta” en Facebook o ayudándome de cualquier forma.

Os llevo en el alma.

Categorías: La Capitana Sudamérica | 15 comentarios

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15 pensamientos en “Penúltima estación: Buenos Aires.

  1. María

    Grande, Martinuco. Qué bien que ganen los buenos de vez en cuando, olé tú y tus ganas de vivir viajes.

  2. Juan

    Buen final y lo mejor es que queda abierto…, espero que el próximo viaje sea antes de lo anunciado.
    Besos de las mujeres de la casa y un fuerte abrazo de mi parte.
    Juan.-

  3. Maria Cristina

    No me extrana que la gente te lo diga…nos has tenido enganchados hasta el final …Me encanta el final, y vuelvo a decirlo tienes muy buena madera de escritor, dando con mucha generosidad abundancia de detalles nunca superfluos, dejando entrever tus sentimientos con mucha sencillez, alternando con un buen sentido del humor, sin dejar de ser autentico! O escritor o los negocios, que para regatear me tienes impresionada, no te pasan una…!!! Me encanta la llegada a casa de la abuela…Gracias Martin!

  4. Gerardo

    Muchas gracias por compartir tu aventura, esperaba con muchas ganas cada capitulo. Lo he pasado fenomenal. Saludos

  5. Manolo

    Impresionante relato lleno de vida. Ahora ya se lo que es viajar pero lo he descubierto en tu persona. Gracias, McMartin

  6. Javier

    Muy buen texto Martín, se agradecen los vloggers que además intentan ser buenos bloggers, siempre.

    Enhorabuena por el viaje, y a la espera de tus próximas aventuras.

    Un abrazo

  7. ERES GARDEL CON GUITARRA ELECTRICA !!!!!!

  8. leandro

    Bueno que mas puedo decir que ya esta en camino ese falcon y a la espera de hacer alaska tierra del fuego cuando se pueda. un gran abrazo

    • leandro

      ahh espero no te haya complicado llevar mi presente y SOS UN CAPO espero acceder a el libro, dvd y remeras.

  9. Israel Pizarro

    Buenos días Martín,

    Llevo siguiéndote desde el principio en tu andadura a esta increible aventura, primero desde diferentes foros y luego por tu blog. Solo me queda felicitarte por la calidad en los escritos, la pasión que has puesto en detallar lo que estabas viviendo, era tan real que hasta parecía que te estábamos acompañando!!!, la humanidad que desprendes, en fin, al igual que tú, me da muchísima pena que se haya acabado este maravilloso viaje. Muchas gracias…

    Martín, si vienes a Barcelona, tienes a un compañero motero que estará encantado de invitarte a unas cañas.

    Un fuerte abrazo.

    Israel

  10. Vientoymar

    Martin…. te tendría que dar de collejas por no avisarme de que estabas en Barajas, te olvidas que es mi zona? ains…

    Aun así me alegro de que ya estés en casita y que este viaje en solitario te haya salido tan bien (todo esto de corazón a pesar de la envidia cochina).

  11. Clara

    Q pena q ya se haya acabado el viaje!! Pues nos has hecho disfrutar contigo, gracias a tus increíbles crónicas. Enhorabuena Martín !! 😉

  12. Joscha

    Fuiste, viviste y volviste y nosotros contigo,

    GRACIAS

  13. Javier

    Eres un grande tio.Yo lamentandome de lo que no tengo o de lo que quiero tener y no me he dado cuenta de que las cosas mas sencillas son las que mas merecen la pena.Gracias

  14. Pingback: Anónimo

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