Esta es la tercera vez que empiezo a escribir la crónica y las dos anteriores se fueron directas a la papelera.
Pasé unos días algo “encabronao” con el mundo y no me salía nada bueno. No era capaz de transmitir lo que quería decir y sobre todo porque el mensaje sonaría injusto para muchas personas.
En realidad no me pasó nada. No hay una causa concreta ni sobre todo de magnitud suficiente para haberme causado ese estado de ánimo pero se sumaron varias pequeñas cosas y en lugar de cantar sobre la moto me dedicaba a pensar y siempre con un cariz negativo de fondo.
Probablemente fuera el sentimiento de estar de vuelta que aunque me acompaña desde que salí de Cuzco en realidad empezó a ser notable desde el momento en que crucé la frontera con Chile. Hasta ahí había estado demasiado ocupado con mi intoxicación y sobrevivir a aquellas montañas. El paso de esa frontera empezó a agotar mi paciencia y el desierto de Atacama terminó por matarme sobre todo por un contacto desafortunado con un policía chileno. Sigue leyendo
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