Me daba pena irme de Cuzco. Ya conocía a todo el personal del hostel, a los camareros del bar que me aportaron ideas musicales para mis vídeos, a un americano majo que estaba por allí haciendo pinturas chulas en las paredes, a un australiano un poco farlopero que había empezado a caerme bien, los porteros, las alemanas, unas argentinas marchosas. En fin, el submundo del hostel Milhouse de Cuzco que era bien curioso.
Me desperté tarde pero no tenía mucha prisa. Ducha, desayuno y ponerme a hacer las maletas otra vez. Después de una semana me volvía a vestir de motero y se me hacía raro. Fui a pagar las dos últimas noches que me faltaban y justo en ese momento entraba el mensajero de DHL con mi paquete. No estaba nada mal porque me habían dicho que llegaba en el avión de las 10:15 a Cuzco y me lo estaban entregando a las 11:10.
Dejé las maletas un rato en la consigna y me fui a sacar dinero a un cajero porque no tenía suficiente para pagar el aparcamiento de la moto ni para gasolina.
Cuando volví al hostel escribí a Sebastián el colombiano para indicarle donde estaría la próxima hora por si lo leía a tiempo y quería pasarse para despedirnos.
Con gran esfuerzo recorrí las dos manzanas que me separaban de mi moto cargado con mis maletas y el nuevo paquete venido de España y pasando mucho calor.
Cuando llegué al aparcamiento me encuentro una nota de papel en el soporte del GPS. Para mi sorpresa era una oferta para comprarme la moto. ¡Qué ilusos! Pensé yo.

Sigue leyendo →
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Comentarios recientes