En mi última crónica os contaba mi llegada a esta mega urbe tan peculiar y cómo fui solventando todos los trámites burocráticos de forma casi perfecta.
Han pasado unos días y ya os confieso que me va a dar mucha pena irme de aquí.
Vale que hay muchos problemas, que la inseguridad te obliga a ir con cierta psicosis por la calle pero lo mejor sin duda es la calidez con la que me han recibido y todo gracias a una buena amiga.
Raquel es una santoñesa que vive en Barcelona y está enamorada de Manu, un porteño y por coincidencias de la vida, estas navidades les toca pasarlas aquí con su familia. Llegaron justo un día antes que yo.
Ella fue quien metió a Rocío en el lío de alojar en su casa por unos días a este viajero desconocido y es algo que tendré que agradecerle toda la vida por lo bien que me ha tratado y sobre todo por las interminables charlas sobre la vida que nos hemos pegado por la noche en su terraza. ¡Gracias Rocío! Buenos Aires no sería lo mismo sin ti y te estaré eternamente agradecido, no solo por alojarme sino por todo lo que me has enseñado.
Comentarios recientes